La paradoja de la inteligencia artificial. Quienes menos entienden cómo funciona son los que más la celebran

Imagina pedir a un chatbot que escriba un poema y verlo aparecer perfecto en segundos. Esa sensación de asombro impulsa a millones a abrazar la inteligencia artificial sin cuestionarse demasiado lo que ocurre detrás. Un estudio reciente demuestra que, en este caso, entender menos no significa desconfiar, sino todo lo contrario.

Cuando la magia sustituye al conocimiento

La paradoja de la inteligencia artificial. Quienes menos entienden cómo funciona son los que más la celebran
© Unsplash – Aisiri Iyengar.

La investigación, publicada en Journal of Marketing, analizó a miles de participantes en 27 países. Con cuestionarios y experimentos, los autores concluyeron que la menor alfabetización técnica en IA se asocia a mayor entusiasmo por utilizar estas herramientas. La lógica parece invertida: quienes menos saben, más dispuestos están a adoptarlas.

En pruebas con estudiantes, por ejemplo, los menos expertos se mostraron más abiertos a usar una IA para tareas académicas, desde analizar la Primera Guerra Mundial hasta componer versos románticos. Lo decisivo no era la percepción de seguridad ni la ética de la herramienta, sino la sensación de que había algo misterioso en su funcionamiento.

La fascinación y sus límites

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© Unsplash – Getty.

Según los investigadores, el efecto no implica que el entusiasmo desaparezca al ganar conocimiento. Más bien cambia de matiz. Los expertos en IA suelen ver algoritmos donde otros ven magia, lo que los lleva a un enfoque más crítico. La brecha no es de interés, sino de percepción.

El riesgo, advierten, está en perpetuar la opacidad. Alimentar la idea de que la IA es una caja negra aumenta el atractivo inicial, pero debilita la confianza a largo plazo. Empresas y usuarios necesitan un equilibrio entre la curiosidad que despierta lo nuevo y la transparencia que construye credibilidad.

Entre el asombro y la transparencia

El estudio concluye que el asombro es una puerta de entrada valiosa a la inteligencia artificial, pero no puede sustituir al aprendizaje. Comprender cómo funcionan estas tecnologías permite reconocer riesgos, aprovechar beneficios y tomar decisiones más informadas.

La magia inicial puede ser el motor que impulse la adopción. El conocimiento, sin embargo, es lo que asegura que esa relación con la IA sea sostenible, saludable y realmente transformadora.

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