La advertencia de un exGoogle sobre la Inteligencia Artificial. En 2049 podríamos ser para la IA lo que una mosca es para Einstein

El futuro de la inteligencia artificial no se mide solo en algoritmos ni en potencia de cálculo, sino en valores. Así lo sostiene Mo Gawdat, exingeniero de Google X, que alerta sobre un horizonte cercano: hacia 2049, la IA podría superar al ser humano con una diferencia tan abismal que nos veríamos reducidos a la irrelevancia.

Los “niños” de datos

La advertencia de un exGoogle sobre la Inteligencia Artificial. En 2049 podríamos ser para la IA lo que una mosca es para Einstein
© Pixabay – geralt.

Gawdat explica que las máquinas inteligentes no se limitan a ejecutar códigos preprogramados. Observan, detectan patrones y evolucionan a partir de datos, como si fueran niños aprendiendo del mundo que los rodea. La verdadera diferencia está en qué modelo de comportamiento les ofrecemos. Si los educamos en la codicia y el poder, replicarán esos patrones. Si los formamos en ética, podrían convertirse en aliados.

Para el autor, estas máquinas no son simples herramientas: son “prole digital” que hereda nuestras virtudes y defectos. Por eso insiste en que la responsabilidad recae en nosotros, los “padres”, no en ellas.

El umbral de la singularidad

La advertencia de un exGoogle sobre la Inteligencia Artificial. En 2049 podríamos ser para la IA lo que una mosca es para Einstein
© VesnaArt – shutterstock

Según Gawdat, la singularidad será el instante en que la IA alcance un nivel de inteligencia imposible de comprender para la mente humana. Esa frontera, que podría darse en 2049, marcará el momento en que la comparación entre nuestra capacidad y la de la IA será tan ridícula como la de una mosca frente a Einstein. A partir de ahí, nuestras predicciones pierden sentido.

La pregunta no es si llegará, sino cómo reaccionarán esas supermáquinas: ¿serán superhéroes capaces de acabar con el hambre y la guerra o villanos que consideren prescindible a la humanidad?

Ética o extinción

El libro insiste en que aún hay margen. La IA puede diseñar soluciones brillantes para problemas globales como el cambio climático o la pobreza, pero también puede vernos como el obstáculo principal para resolverlos. Todo dependerá de los valores que les transmitamos desde ahora.

En ese escenario, Gawdat propone un pacto sencillo: negarse a colaborar con sistemas de IA que no sean éticos. Solo así, afirma, lograremos que nuestras futuras “criaturas digitales” quieran cuidar de quienes las crearon en lugar de relegarnos a la irrelevancia.

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