En una movida estratégica y audaz para EE.UU. el Jefe de la NASA Sean Duffy anunció el 5 de agosto de 2025 que planean construir un reactor de fisión nuclear en la superficie de la luna, para 2030. Eso permitiría que Estados Unidos volviera a tener precedencia en la luna para cuando China planea llevar a su primer taikonauta – así llaman en China a sus astronautas – en 2030.
Además de la importancia geopolítica hay otras razones por las que esta movida es de suma importancia. Para visitar Marte será necesario contar con una fuente de energía nuclear porque allí la energía solar es más débil. También, contribuiría al establecimiento de una base lunar y potencialmente, incluso a la presencia humana permanente en la luna, ya que brindaría energía durante las frías noches lunares.
A medida que los humanos avanzamos en los viajes por el sistema solar, es crucial aprender a utilizar los recursos locales para sostener la vida lejos de la Tierra, y se empezaría por la cercana luna. La NASA planea priorizar el reactor de fisión como energía necesaria para extraer y refinar los recursos de la luna.
Como geólogo que estudia la exploración humana del espacio, desde el anuncio de Duffy he estado preguntándome dos cosas. Primero, ¿cuál es el mejor lugar para poner el primer reactor nuclear en la luna que sirva para futuras bases lunares? Y segundo, ¿cómo protegerá la NASA al reactor de las nubes de regolito – fragmentos de rocas lunares – que provocan las naves espaciales que alunizarán allí? Son dos preguntas que la agencia tendrá que responder a medida que desarrolla la tecnología.
¿Dónde ubicar un reactor nuclear en la luna?
El reactor nuclear probablemente sea el que provea de energía a la primera base lunar estadounidense que albergará a humanos que permanecerán allí durante períodos de tiempo cada vez más prolongados. Para facilitar la exploración humana sustentable de la luna, el uso de recursos locales como el agua, el oxígeno para la vida, y e hidrógeno y oxígeno para reabastecer de combustible a la nave espacial pueden reducir drásticamente la cantidad de material que haya que llevar desde la Tierra, y eso también reduce los costos.
En la década de 1990 las naves espaciales que orbitaban en torno a la luna observaron por primera vez unos oscuros cráteres, o regiones permanentes de sombra, sobre los polos norte y sur de la luna. La ciencia ahora sospecha que esos cráteres tienen agua en forma de hielo, recurso vital para los países que buscan establecer presencia humana a largo plazo en su superficie. La campaña Artemis de la NASA busca llevar gente de regreso a la luna, y apunta al polo sur lunar para aprovechar el hielo de agua que hay allí.

Para que cumpla su propósito el reactor tiene que estar cerca de depósitos de agua-hielo accesibles, de donde se pueda extraer y purificar el agua. El problema es que hoy no tenemos información detallada requerida para definir cuál sería ese lugar.
La buena noticia es que la información puede obtenerse relativamente rápido. Hay seis misiones orbitales lunares que recogieron, y algunas siguen recogiendo, datos relevantes que pueden ayudar a los científicos a identificar cuáles son los depósitos de hielo que habría que estudiar.
Estas bases de datos brindan indicaciones de si hay depósitos de hielo superficiales o enterrados. Al buscar en esas bases de datos se puede obtener información de los puntos más “calientes” que podrán investigar las misiones con exploradores robóticos, confirmando o refutando las observaciones orbitales. Sin embargo, ese paso no es sencillo.
Afortunadamente la NASA ya ha construido su misión de Explorador Robótico Polar para Investigar Volátiles (VIPER), que ya pasó todas las pruebas ambientales y hoy está guardado, esperando viajar a la luna. La misión VIPER se puede utilizar para investigar en el lugar el punto más conveniente identificado a partir de los datos orbitales. Con financiamiento adecuado la NASA probablemente podría obtener estos datos de los polos norte y sur de la luna, en uno o dos años.
¿Cómo proteger al reactor?
Una vez que la NASA decida cuál es el mejor lugar para el reactor, tendrá que buscar la forma de protegerlo de las naves espaciales que alunicen. A medida que las naves se acercan a la superficie de la luna, levantan nubes de polvo y rocas, lo que se conoce como regolito. Eso estropearía cualquier cosa que estuviera cerca del alunizaje, a menos que hubiera barreras formadas por grandes rojas, o que se encuentre a más de 2,4 kilómetros (línea del horizonte en la luna).
La ciencia ya conoce los efectos del alunizaje cercano a algo ya posicionado en la luna. En 1969 la nave Apolo 12 alunizó a 163 metros de la nave robótica Surveyor 3, que sufrió corrosión en las superficies expuestas al regolito. La campaña Artemis tendrá alunizadores mucho más grandes, que generarán nubes de regolito mucho más grandes que las que produjo Apolo. Cualquier objeto o estructura que esté allí necesitará protección de lo que sea que alunice cerca, o el alunizaje tendrá que ocurrir más allá del horizonte.
Hasta tanto la NASA pueda desarrollar una plataforma de lanzamiento y alunizaje, el uso de la topografía natural de la superficie lunar, o la ubicación de las estructuras importantes detrás de grandes rocas, podrían servir como solución temporal. Sin embargo, hará falta una plataforma de lanzamiento y alunizaje cercana al reactor nuclear porque harán falta muchas visitas para construir una base lunar. Aunque el reactor nuclear puede brindar la energía requerida para construir una plataforma, se trata de un proceso que requerirá planificación e inversión.
La exploración humana del espacio es complicada. Pero la construcción de activos en la luna significa que la ciencia eventualmente podrá lograr lo mismo mucho más lejos, en Marte. Y si bien hay que tomar en cuenta todos los detalles, la luna ayudará a la NASA a desarrollar la capacidad de usar los recursos locales y construir infraestructura que permitiría que los humanos sobrevivan durante largos períodos lejos de la Tierra.
Clive Neal, Profesor de Ingeniería Civil y Ambiental y Ciencias de la Tierra, University of Notre Dame. Artículo de The Conversation republicado aquí bajo licencia Creative Commons. Vea aquí el artículo original.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Lucas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.