Más de un año les llevó a los astrónomos analizar las imágenes más nítidas de la historia. La llamarada solar se veía como nunca antes, y los resultados del estudio impactan.
El año pasado el Telescopio Solar Daniel K. Inouye del NSF captó una imagen en alta resolución de una llamarada solar cruzada por las oscuras hebras de los bucles coronales. Su análisis profundo reveló que se trataba de una llamarada clase X – la más potente – en fase de decaimiento. Esas hebras coronales tienen unos 48 kilómetros de ancho y un grosor mínimo de 21 kilómetros, lo que las convierte en las más pequeñas que se hayan visto. El 25 de agosto de 2025 se publicó en The Astrophysical Journal Letters la descripción detallada de las imágenes y el análisis.
“Estas llamaradas se cuentan entre los sucesos más enérgicos que produce nuestra estrella, y fuimos afortunados al captar esta bajo condiciones perfectas de observación”, dijo Cole Tamburri, autor principal del trabajo y estudiante de postdoctorado de la Universidad de Colorado Boulder, en un comunicado.
Incentivo solar
Para los astrónomos, cada chasquido, tos y explosión de combustión del sol registra una señal de advertencia de una tormenta solar en ciernes, un estallido de energía con la potencia de perturbar el clima y los sistemas de redes de la Tierra. Junto con las obvias motivaciones académicas, eso impulsa a los investigadores a concentrarse en la ardiente superficie de nuestra estrella.
Los bucles coronales son arcos delgados de plasma que recorren las líneas del campo magnético del sol. Estas cintas de plasma suelen preceder a las llamaradas solares, por lo que prestar atención a cómo se mueven podría ayudar a los que observan desde la Tierra a entender mejor la dinámica del clima solar.
Resolver un misterio solar
El hallazgo también representa la primera confirmación observacional de lo anchos que pueden llegar a ser los bucles coronales, una medición que durante mucho tiempo no fue más que una teoría. Los nítidos detalles no tienen precedentes, y permitieron que los astrónomos analizaran cada uno de los bucles en la imagen del Inouye.

“Es como pasar de ver un bosque a poder ver de repente cada uno de los árboles”, añadió Tamburri. “Y abre la puerta al estudio no solo de su tamaño sino de sus formas, su evolución e incluso las escalas en que ocurre la reconexión magnética que impulsa las llamaradas”.
Además, los investigadores se preguntan si los bucles coronales podrían representar “los bloques fundamentales de la arquitectura de las llamaradas”. Y si es así, conocer eso podría revolucionar la forma en que se perciben los datos del sol y su efecto en la Tierra.
“Es un momento de inflexión en la ciencia solar”, dijo Tamburri. “Por fin podemos ver el sol y las escalas de su comportamiento”.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Lucas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.