Lo llamaron “la cosa más estúpida que hicimos”: Lo que Estados Unidos perdió por miedo y que China acaba de convertir en realidad con la idea más audaz de un ingeniero que cofundó el JPL

La historia de la ciencia está llena de paradojas. Una de las más significativas ocurrió en plena Guerra Fría, cuando Estados Unidos expulsó a uno de sus ingenieros más brillantes, Qian Xuesen, cofundador del Jet Propulsion Laboratory (JPL). Lo que parecía una decisión menor terminó siendo un error estratégico reconocido incluso por la Marina. Hoy, su país natal convierte en realidad una de sus ideas más visionarias: turbinas eólicas flotantes que cosechan la energía de los vientos invisibles del cielo.

El ingeniero que cambió dos programas espaciales

Durante años fue recordado como el científico que EE. UU. expulsó: hoy China recoge los frutos de una de sus ideas más visionarias
© Beijing SAWES Energy Technology Co Ltd/Handout – Xinhua.

Qian Xuesen fue acusado de simpatías comunistas en el clima de persecución política de los años cincuenta. Deportado en 1955, aterrizó en una China con poco desarrollo tecnológico, pero dispuesto a cambiar su destino. Allí se convirtió en el padre del programa espacial chino y en arquitecto de su sistema de misiles balísticos.

Entre sus propuestas más audaces figuraba el aprovechamiento de la energía eólica en gran altitud. Un concepto que, décadas después, ha comenzado a materializarse gracias a la nueva generación de ingenieros chinos, herederos de la infraestructura científica que él mismo ayudó a forjar.

Récords en el cielo de Hubei

El 10 de octubre, en la provincia china de Hubei, un dirigible de 23 metros se elevó hasta los 500 metros de altitud. Bautizado como S500, este aerostato no transportaba pasajeros ni hacía labores de vigilancia: llevaba en su interior una turbina eólica diseñada para generar electricidad en vuelo.

El experimento, impulsado por la empresa SAWES en colaboración con la Universidad de Tsinghua y la Academia China de Ciencias, logró superar dos récords mundiales que hasta entonces pertenecían al MIT: alcanzó la mayor altitud de operación para una turbina flotante y la mayor potencia generada, con más de 50 kilovatios frente a los 30 previos.

Vientos más fuertes, energía más estable

El diseño se basa en una premisa física clara: la energía disponible en el viento crece con el cubo de su velocidad. A cientos de metros de altura, las corrientes son más rápidas y constantes que en superficie, lo que reduce la intermitencia que lastra a los parques eólicos terrestres.

Cuenta Xataka que el S500 demostró que es posible aprovechar esas condiciones con un sistema flotante anclado a tierra por un cable que, además de sostener el dirigible relleno de helio, transmite la electricidad hasta una estación en superficie.

De la emergencia a la red eléctrica

Durante años fue recordado como el científico que EE. UU. expulsó: hoy China recoge los frutos de una de sus ideas más visionarias
© Wei Yonggui.

Los primeros modelos, como el S500 y el S1000 de 100 kilovatios, fueron concebidos como soluciones rápidas para emergencias: terremotos, inundaciones o apagones en zonas aisladas. Pero la ambición de SAWES apunta mucho más alto.

La compañía ya ha ensamblado el S1500, capaz de operar a 1.500 metros de altitud y generar 1 megavatio gracias a 12 generadores de fibra de carbono. Con este salto, la tecnología deja de ser un recurso para crisis puntuales y se proyecta como candidata a integrarse en la red eléctrica nacional. El respaldo financiero lo confirma: más de 500 millones de yuanes en contratos e inversiones.

La paradoja de un error histórico

Lo que en 1955 se consideró una medida de seguridad terminó empoderando a un rival estratégico. Qian Xuesen, el ingeniero que EE. UU. llamó “la cosa más estúpida que hicimos” al deportar, inspiró un camino que décadas más tarde desemboca en la materialización de su visión: turbinas que vuelan como zepelines para convertir el viento en energía.

Una ironía histórica que recuerda cómo la ciencia, a veces, encuentra en las decisiones políticas más erráticas la semilla de sus mayores transformaciones.

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